Mateo decidió dar un paseo por Avinguda Gaudí ya que había salido quince minutos antes de lo previsto. Después de comprarse un croissant de chocolate en su panadería favorita bajo por la tranquila calle. A lo lejos la Sagrada Familia comenzaba a iluminarse con los rayos del sol.
Justo iba a bajar por las escaleras del metro el último trocito de croissant se le cayó. Al agacharse para recogerlo un hombre despistado se tropezó con él y Mateo rodó por las escaleras. Un agujero se abrió en el suelo y se trago a Mateo.
Cuando el chico abrió los ojos se encontraba en el portal de su casa con el trozo de croissant en la mano y con un retraso de quince minutos. Se metió el trozo en el bolsillo de la chaqueta y corrió hacia el metro.
Llegó a la entrada y comenzó a saltar las escaleras de dos en dos. El trozo de croissant salío de su bolsillo y cayó en el mismo sitio. Mateo miró por unos segundos y pasó de largo.