Travel Journal

Parte 1

Junio, 24, 2011

Sola como moco en un pinche baño de gasolinera. No mames que aquí me voy a morir. Y yo que me burlaba de la frase puñetas de Jack de Lost: “We live together, we die alone”.
Me duele el brazo y la herida se ve bien fea. De jodido el torniquete que me hice me paró el sangrado. ¡Pinche Marcela! Espero que la pendeja se esté pudriendo en el pinche desierto.

Ya no sé qué más escribir en el diario y lo cierro. Al menos este baño es individual y está limpio. Cuando entré al súper de la gasolinera encontré las llaves del local en el suelo y las agarré. El encargado (o encargada) no estaba y sabía que no volvería.

Me encierro en el baño, se que ahí estaré más segura. Me da hambre, pero me da hueva salir de mi escondite así que busco en la mochila algo de comer. Encuentro un Butterfinger, unos Cheetos y una botella de agua medio llena. Agarro el chocolate y le doy una mordida. Está rico y como tengo hambre, pues me sabe mejor. Vuelvo a buscar en la mochila y saco mi celular. Hace un día que me quedé sin pila. Así que aprovecho y desconecto el secador de manos para ponerlo a cargar. Mi iPod no reconoce ninguna señal wifi así que lo apago. Al rato lo pongo a cargar también. Me lavo la herida. Me aburro. Esperar a morirte no esta nada chido…

El libro que estaba leyendo está roto, le faltan un chorro de páginas, así que ni al caso que lo siga leyendo. Lo tiro en el bote de basura. Voy a leer mi diario, a ver si se me ocurre algo para escribir. Mis últimas palabras. Chingado ya no quiero llorar. Traigo todo el coraje atorado en el pecho.

Paso las hojas de mi journal, veo fotos impresas en calidad chafa (de impresora pues), boletos de cine pegados con washitape, notitas de amigos, una calcamonía de Hello Kitty y otra de Sponge Bob, la que me regaló un primo (le salió en unos Doritos). También hay dibujos de conejos que voy haciendo, otros dibujos que me hizo Randy, teléfonos, corazones, todas las tareas que tengo pendientes para entregar en la uni. Más atrás está la lista de materiales que tengo que comprar para el taller de serigrafía, algún boceto de las camisetas que quería hacer para el concierto de Volován. Por la parte de en medio tiene canciones y poemas que me salen cuando ando pacheca, reflexiones del día, fechas, fechas y más fechas. Todo es un pinche desmadre, pero me gusta mi desmadre. Tiene su orden dentro de su desorden. Esta bien chido mi diario. Empiezo a leer. Tengo que parar a ratos. Tal vez no vuelva a Monterrey, ni a Vancouver. ¡Chingado! Sigo leyendo y las letras se ponen borrosas a ratos, luego la tinta se corre. Me sueno los mocos.

Junio, 10, 2011

8:40 a.m.
Siempre voy tarde a los aeropuertos. El check in se acaba en 20 minutos. Randy va manejando como loco y yo traigo mi cara de pedo atorado. A ver si llego.

12:25 p.m.
Pues si llegué, hace rato que despegó el avión. No me gustan las despedidas, nunca me han gustado. Me daba cosilla ver a Randy ahí esperando a que pasara el control del aeropuerto. Sólo eran un par de meses, pero él sigue sin entender porqué me voy tanto tiempo.

Junio, 12, 2011

Francia me llamó hoy y me dijo que estaba planeando que hacer para su cumpleaños. Quería que nos fuéramos todas las de la bola de shopping a Houston. Yo le sugerí San Antonio. Le dije que mi hermano tiene una casa grande y hay tres cuartos extras además del suyo, así ahorraríamos en gasolina, hospedaje y que eso significaba más dinerito para el mall… me dijo que sí. Le pregunté que quienes más iban. Caty, Tatis, Babby y Marcela… No soporto a Marcelita.

Junio, 17, 2011

¡Pinche vieja! Marcela ya está empezando con sus pendejaditas. Acabo de colgar con Tatis que me pasó el chisme de que la pinche vieja le dijo a Francia que había conseguido que sus papás le dejaran el tiempo compartido que tenían y pos que al final si nos vamos a Houston. En carro. ¡No mames! Está hasta la chingada. ¡Que hueva!

Uso la envoltura del Butterfinger como separador y cierro mi diario. Se me entumieron las piernas. Me paro un rato. No quiero salir del baño, pero ahora que me acuerdo también cerré la puerta de la oficina. Voy a ver si jala la computadora que vi en la mesa.

Pues no, no funciona. Bueno de prender prende, pero no me puedo conectar a internet. Al menos encuentro comida en el despacho. No sé cómo no vi el mini refri que está abajo de la mesa. Hay un chorro de cosas. Le cabe bastante para estar tan chiquito. Ya se está haciendo de noche. Apago las luces, así no llamo la atención.

Estuve un rato asomada por la ventana, medio escondida. No pude ver a nadie. No pasaban carros, ni gente, nada de nada. Hay una moto estacionada al lado de un bote de basura. Podría ser la manera de irme, pero no tengo ni idea de como se manejan. Un carro sería lo mejor.  Aunque esté en un pueblo pedorro en medio de la nada, se me hace bien raro que no pase nada alrededor de la gasolinera. Me hago una cama improvisada y me encierro en el baño otra vez. Ahí me siento segura.

Mi cel ya estaba cargado, lo prendo y lo primero que hago es ponerlo en vibrador. Me va a salir bien caro el roaming, pero vale madre. La señal viene y va. Cuando veo que tengo dos rayas de señal le mando un mensaje a Tatis. Espero que me conteste.

Me empieza a doler el brazo otra vez. Me vuelvo a lavar la herida. Se que tengo que ir a un hospital si no se me va a infectar esta chingadera. Pero es de noche, estoy sola y perdida, así que ni de pedo. Si es que amanezco mañana veré que hago. Me tomo un Advil, a ver si me ayudan con el dolor. Pongo el celular a mi lado y me duermo en mi camita improvisada.

Junio, 25, 2011

10 a.m.
Pues sigo vivita y coleando… Tatis no me contestó el mensaje… No me quiero morir… Me duele menos el brazo.

Después de pensármelo por un rato salgo muy silenciosamente del baño. La tienda esta hecha un pinche desmadre, pero sigue con las puertas cerradas y las persianas bajadas, tal como la dejé. Osea que ni una pinche alma ha pasado por aquí. No se si tendré tanta suerte la próxima vez así que aprovecho y agarro todo lo que puedo. Me encuentro una de esas canastillas azules de plástico. Voy echando todos los medicamentos que encuentro (tampoco es que tengan la gran variedad, pero de perdido hay para el dolor). Todo lo que sea vendas, alcohol y pendejaditas para las heridas van a la canasta.

Unos Tampax no me vendrían nada mal, agua, barritas energéticas, Gatorade, lo menos pinche que encuentre de comida y unas cápsulas de Redbull por si la moscas.

Llevo varios días con la misma ropa. No estaría mal lavarla. Lo malo es que esta tienda no tiene mucha cosa, nomas puras pinches camisetas feas y tallas extra grandes. Sé que no estoy en la posición de ponerme mis moños y miro la delicada selección de prendas ante mí. Unas tienen dibujos del mapa Texas, otras de los Dallas Cowboys u otro equipo de football americano y hay una de Homero Simpson. Pues me llevo todas a ver si me puedo hacer un vestido o algo.  Hay un cinto de plástico transparente (como zapatos de stripper) que igual me puede servir. Tardo un rato en agarrar todo y me encierro en la office. Después de cerrar la puerta pongo unas sillas contra la puerta. Me siento un rato, con tanto ajetreo ya me empieza a doler el brazo otra vez. Busco mi journal en la mochila para entretenerme. Me aburro. Lloro de nuevo.

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